La filosofía como correspondencia con el ser.
“La filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento, es un acto creador que disuelve las ideologías” (Martin Heidegger)
Presentado Por:
Manuel Alejandro Forero Torres.
José Felipe Bejarano Molina.
Es común la pregunta por el objeto y razón de ser de la filosofía. El ser, es puesto en diversas ocasiones como objeto de estudio de la ciencia filosófica. La pregunta filosófica, en este sentido, no sería otra sino la pregunta por el ser del ente. Esta forma de pensar debe ser tomada con cuidado debido a la forma actual de comprender la realidad. Para Galileo Galilei, la realidad se puede “interpretar en términos matemáticos” (Landolt, 1992), para Isaac Newton el universo cumple con ciertas normas que son universales. En el marco de la modernidad, el hombre actual se puede ver imbuido por un mar de respuestas meramente técnicas sintiéndose “seguro de sí mismo y dominador de todo lo que le rodea” (Landolt, 1992).
Así pues, queda latente la pregunta ¿En qué consiste el pensar? ¿Qué es lo más cercano a filosofar? Para Heidegger la filosofía debe “volver sobre lo esencial correspondiente al ser y al hombre” (Landolt, 1992) y dado que cada época histórica define esa relación entre el ser y el hombre es posible que el hombre moderno está inmerso en una concepción del mundo cientificista, lo cual el autor rechaza con rotundidad. Para saber qué es filosofía no basta sólo con pensar en ella, para Martin Heidegger es necesaria una nueva actitud filosófica que supere las cargas de la productividad, la dominación y la rentabilidad de la modernidad.
En un primer momento, Heidegger sugiere que la pregunta por el objeto de la filosofía parece una pregunta planteada desde afuera del ámbito filosófico. Planteando la pregunta: ¿Qué es la filosofía? es como si el ser humano se colocara en una posición superior por fuera del objeto que busca analizar. Esta perspectiva es errónea. La única forma de responder correctamente a la pregunta es penetrando en la filosofía, es decir, filosofando. Creemos, que la idea de Martin Heidegger con respecto a esta forma de entender la filosofía es adecuada y coincidimos en la necesidad de responder a esta pregunta por medio del ejercicio filosófico.
No obstante, antes de comenzar con este proceso es necesario un paso historiográfico precedente: Hay que reconocer la esencia griega del origen de la filosofía. Aún más, la pregunta por el qué de algo es una cuestión cuyo origen es también griego. Es decir, la manera en la que preguntamos es también griega. Más que una pregunta, la cuestión del porqué de la filosofía remite a “nuestra existencia europea occidental”. Por lo tanto, para dar una respuesta adecuada a la pregunta es vital entablar un diálogo con el pensamiento del mundo griego.
El asombro es un elemento fundamental en la comprensión del pensamiento griego, y es que, aunque suene trivial, para ellos el descubrimiento de que todo ente es en el ser los asombró. El ente pertenece al ser y el ente es aquello que es, por esto, no le queda nada más al ser sino ser. Aristóteles expresó este asombro con lo siguiente: “Y así, la cuestión que se está indagando desde antiguo y ahora y siempre, aquello hacia lo que se pone en camino (la filosofía) sin lograr nunca un acceso (a lo interrogado), se identifica con la pregunta: ¿qué es el ente?” (Landolt, 1992). En este extracto Aristóteles brinda una clave para comprender la cuestión de la filosofía para los griegos: el ser del ente con la vista puesta de manera especial en el ser.
En este caso, Heidegger plantea que es posible no estar de acuerdo con la postura de Aristóteles con respecto al objeto de la filosofía, esta puede ser más bien una respuesta entre muchas otras. Sin embargo, hay que tener cuidado con tomar las definiciones anteriores y posteriores que se pudieron haber realizado con respecto a la filosofía ya que puede existir la tentación de intentar unificar todo lo que se ha dicho con respecto a la filosofía. “Después llegaremos a una fórmula vacía que se acomoda a cualquier tipo de filosofía” (Landolt, 1992). Esto en lugar de acercarnos a la respuesta nos aleja de ellas.
Para Heidegger, por este camino no es posible obtener una respuesta válida. De nuevo, insiste con la idea de que la respuesta sólo puede ser filosofante, es decir, una respuesta que “filosofe en sí misma” (Landolt, 1992). De esta manera se evita que la cuestión filosófica se trate fuera de la filosofía. Por otro lado, es necesario reforzar la idea de que la filosofía es griega en su esencia. Para entenderla es necesario entonces ahondar en ella saliendo al encuentro de los filósofos que la han tratado. En este punto, el autor propone el concepto de correspondencia, el cual es vital para “salir al encuentro de aquello hacia lo que camina la filosofía” (Landolt, 1992). La respuesta, para Heidegger, no se encuentra en un enunciado, esta más bien en la correspondencia hacia el mismo ser del ente.
Las respuestas obtenidas por medio de un análisis historiográfico se quedan cortas, ya que la respuesta es más que una afirmación un diálogo con la tradición. La correspondencia con el ser del ente es necesaria ya que la misma filosofía constituye esta correspondencia con el ser del ente. La correspondencia es también estar dispuesto a ser iluminado por este ser, otras acepciones del término pueden indicar el estar expuesto. La correspondencia y el asombro como actitud pueden ayudar en la comprensión de la filosofía como sucedió con los griegos. Nosotros mismos debemos asombrarnos para obtener también las respuestas, el asombro es una actitud ante el ente que nos hace retroceder, es, por tanto, “la disposición afectiva en la que y para la que se abre el ser del ente” (Landolt, 1992).
La pregunta filosófica viene siendo entonces la pregunta por el ser y la filosofía debe intentar traducir al lenguaje esta llamada del ser. Esta tarea es compleja en medio de un mondo sumido en la modernidad de la técnica y el cálculo. El hombre asume una posición voluntarista de dominio y control de las cosas donde pervive el utilitarismo. En este mundo no tiene cabía el asombro, y esta es una gran dificultad. Para Heidegger el hecho de “perder el contacto con las cosas sencillas acaba por fracturar nuestra armonía con el ser” (Landolt, 1992). En el fondo la invitación de Heidegger consiste en no darle demasiada importancia a la racionalidad ya que en esta situación el ser humano puede vivir un estilo de vida deshumanizo, artificial carente de dinamismo y esclavo de la técnica.
Asimismo, el asombro es relevante ya que es el estado de ánimo a través del cual es posible acceder a la correspondencia con el ir del ente. Ahora bien, sería posible a formas que esta correspondencia con el ser del ente ya está dada a partir de la propia esencia del hombre. Además, el ser constituye nuestra esencia. A pesar de lo anterior, para Heidegger no basta con permanecer siempre en la correspondencia del ser con el ente, sino que es a la vez necesario prestar atención a su llamada. “Sólo cuando sucede esto, correspondemos a aquello que concierne la filosofía” (Landolt, 1992). Esto implica que la correspondencia debe ser explícita, expresa y bidireccional. Lo último implica que la llamada del ser debe ser escuchada y no silenciada, esta es la base del principio de la disposición de la correspondencia que presta atención a la llamada.
En conclusión, la filosofía para Heidegger es una correspondencia que debe ser expresamente asumida, esta correspondencia responde a la llamada del ser del ente. Sólo en la experimentación de esta correspondencia es posible comprender a la filosofía y responder a la pregunta de ¿Qué es la filosofía? El corresponder debe estar acompañado de la actitud del asombro, aquella que permitió a los griegos comenzar a filosofar. Para dar una mejor respuesta a la pregunta por el objeto de la filosofía es de vital importancia comprender que se debe dar una respuesta filosofante, es decir una respuesta que filosofe en sí misma y baje a su encuentro. La filosofía va de camino al ente con la vista puesta en el ser, por tanto, salir al encuentro de aquello hacia lo que camina la filosofía implica necesariamente la correspondencia con el ser del ente, objeto de la filosofía.
Referencias:
Landolt, E., 1992. Systematischer Index zu Werken Heideggers. Heidelberg: C. Winter - Universitätsverl.